Cómo el arte dejó de ser sólo objeto de disfrute para pasar a ser una buena inversión:

Con la creación del primer índice, el Times-Sotheby´s, en 1967, se comenzó a buscar rentabilidad en las obras y a evaluar a los artistas por su cotización.

Coleccionar arte era algo dinástico, las familias con riquezas antiguas atesoraban a los grandes maestros. Eran los Rothschild, Rockefeller o Mellon. Aquí, pocos como los Pellerano, Santamarina o Hirsch.

Fue Peter Wilson, el presidente de Sothebys, quien decidió cambiar la historia y atraer a nuevos compradores generando una visión diferente en los que compraban arte. Para ello realizó una asociación con el diario The Times de Londres, y a partir de 1967 generaron el índice Times Sothebys sobre el valor del arte. Ahí nace el arte como inversión, viendo que los precios de pintura impresionista habían crecido en gran forma en la década del cincuenta, estos fueron los primeros índices publicados y demostraron que estos artistas se valorizaban mucho más que la bolsa de Nueva York y Londres.

En el primer índice, publicado el 25 de noviembre de 1967, ya se demostraba que en 15 años el valor de Renoir tenía un aumento del 405%, el de Fantin Latour 780%, el de Monet un 1100%, Sisley un 1150%, Boudin un 835% y Pisarro un 845%. Con esto buscaban atraer nuevos compradores que vieran al arte como una inversión. Hasta 1971 el índice fue publicado con gran éxito y también con grandes críticas por tomar al arte como un mero commodity.

Sothebys era la empresa líder en aquel momento ya que tuvo la brillante idea de comprar la firma de remates Parke-Bernet en Nueva York y así ser la primera firma en entrar al mercado norteamericano (en 1964), mientras que su rival Christies recién lo hizo en 1977, luego de ver el éxito de Sothebys en las categorías, incluso hasta vendiendo artistas contemporáneos, algo inusual, como la famosa venta de Scull de 1973 cuando se vendieron 50 pinturas en u$s 2,4 millones. Algunas obras que habían costado u$s 900 se vendieron en cien veces más, ante incluso la furia de los artistas que estaban en la sala, que no comprendieron que ese era su mejor futuro.

Sin duda el arte no es un commodity, cada obra es singular, única e irrepetible, además sus condiciones son totalmente subjetivas y únicamente podemos considerar objetivo su estado, procedencia y tamaño. Los precios reflejados eran ventas públicas, la pinta del iceberg, porque la mayoría siempre fueron ventas privadas, en galerías u otras formas de comercializar. Las rematadoras tampoco informaban qué lotes no se vendían y eso alteraba la certeza del índice.

Ahora en el Hemisferio Norte lo hace, en cambio en nuestro país siguen sin hacerlo. En la Argentina muy pocos buscan al arte como inversión, compran aquello que les gusta y lo disfrutan en sus casas, no especulan con el arte. Nosotros en 1976 creamos nuestro Índice Zurbarán, solamente para evaluar nuestras compras de arte, y colocamos en ella los precios de venta pública y las propias de 50 autores argentinos que tenían y tienen buen movimiento en el mercado: Pettoruti, Berni, Quinquela, Quirós, Fader, Molina Campos, Soldi, Koekkoek, Presas, Noé, García Uriburu, Lascano y Bertani.

 

Fuente: El Cronista

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